Día mundial del Alzheimer: la historia de Arturo

El próximo sábado no solo comienza la primavera en nuestro hemisferio, sino que también se conmemora el Día Mundial del Alzheimer; una enfermedad de la que siempre es difícil hablar. Sin embargo, creo que esa dificultad se traduce en desinformación, y en consecuencia, en ignorancia. Si de a poco vamos asumiendo el fenómeno del envejecimiento poblacional también, paulatinamente, vamos a ir animándonos a hablar de temas tabúes como la muerte, la discapacidad y las demencias. 

El Alzheimer no es inherente al proceso de envejecimiento. No obstante, se despliega en la vejez en la gran mayoría de los casos. Cuáles son las principales características de esta enfermedad y cómo se manifiesta son datos que pueden hallarse googleando, lo que hoy quiero compartirles es una historia personal, la de Arturo. 

Arturo fue siempre un hombre activo, inquieto y algo rezongón. Cuando se jubiló como profesor decidió profundizar su compromiso y amor por la carpintería. Ordenó la piecita del fondo optimizando al máximo el espacio. Poco a poco, su día comenzó a ordenarse nuevamente. Cunas, sillas, mesas, percheros, juegos infantiles, construía lo que sus nietos e hijos desearan. Para hablar con él debías llegar con mate amargo y sentarte en una sillita desplegable cuyo respaldar quedaba un poco fuera de la habitación. Entre cebada y cebada, Arturo sonreía entablando una efímera conversación mientras sus pensamientos se concentraban en la “obra” de turno.  

No sucedió de un día para el otro. Fue sorpresivo para todos menos para su nieto Francisco, un pre adolescente algo desencontrado con la vida que adoraba compartir las tardes con su abuelo, la única persona que, según él, lo entendía: 

  • Mamá, el abuelo estuvo toda una tarde para serruchar la pata de una silla. 
  • Mamá, estoy preocupado, por primera vez el abuelo me gritó cuando le serví el mate un poco caliente. 
  • Mamá, el abuelo me contó cinco veces seguidas cómo tomar las medidas exactas para el perchero que la abuela le pidió hace mucho. ¿Te acordás? el que colgamos el día previo a la última Navidad. 
  • Mamá, hoy le cebé mate al abuelo y me dijo: “Feliz año nuevo, Juan” (en alusión al tío). 
  • Mamá, el abuelo no ve nada, tuve que marcarle todas las medidas y le erró a las marcas. 

Actualmente, Francisco cada vez visita menos a su abuelo Arturo. Ya no se reúnen en la piecita del fondo, más bien junto a la mecedora que balconea al patio. El mate es solo para él, Arturo se queja: “es asqueroso”. El púber lo mira atónito y sonríe algo triste al verlo tomar agua con un sorbete simulando tener entre sus manos ese mate que tanto amó. Algo esperanzado Francisco imagina el día en que su abuelo vuelva a llamarlo por su nombre. Por lo pronto, se contenta con que lo mire iluminado cada vez que le grita: “¡Hola, viejo!”. Mientras libran batallas con bandidos del far west vociferan malas palabras como si cantaran una canción. De fondo “La Marsellesa”. Por momento se ríen, y en otros no emiten sonido, solo la tarde y su ocaso, el sol que los acaricia… cuando menos lo esperan, se funden en un abrazo. Al despedirse, Francisco le da un beso y le susurra al oído: “adiós, mi capitán”.   

 

 

Porota.
Porota sos vos, soy yo, somos
todas las personas envejecientes

 

Dedico mi columna a los familiares y personas que se vinculan con enfermos de Alzheimer. Su tarea es difícil y requiere de mucha paciencia e información. La Alzheimer’s Association ha creado una lista de señales de advertencia de esta enfermedad y de otros tipos de demencia. Para más información ingresar a www.alma-alzheimer.org.ar. También les comparto este  clip #TeAcordarasDeMi producido por ALMA, el Consejo Publicitario Argentino y Fundación INECO. 

 

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