La navaja de un “mírate”

Invadida por la impronta random, mi amigo Félix Vera, quien además es el programador de la web de El Club de la Porota, me avisa que dejó en borradores dos textos para que lea: el primero, un descriptivo comentario sobre la película “Norma” que pueden disfrutar en la plataforma Netflix. Casualmente cuando me envió el texto ya la había visto. Podría decir mucho al respecto, pero no quiero quitarle espacio a la pluma de Don Félix. Sólo agregar que la flexibilidad de “Norma” (interpretada por la grandiosa Mercedes Morán) es la que va en el siglo de la longevidad. ¡Sí! flexibilidad para adaptarse a los cambios, flexibilidad para aprender cosas nuevas, flexibilidad para mirar las crisis vitales como nuevas oportunidades, flexibilidad para aprender a pedir ayuda, flexibilidad para animarse a vivir aventuras impensadas en otras etapas de la vida, en la vejez viruela. 

Bueno, como les adelanté primero Norma, segundo Francia (¡ja! así me dicen mis nietas), tercero Cristina Fallarás. Félix te hace zapping (solo para entendidos) Pasa del comentario de una película a un mensaje de whatsapp que dice así: “Cristina Fallarás no falla. Es una grosa y alguien que al leer cualquier cosa que escribe, siempre te deja una crítica filosa que te hace pensar. No hice una nota (aunque ya está lista en mi compu) porque antes me gustaría que le dieras una revisada. Es un texto corto pero potente, desgarrador y que muestra una realidad cotidiana que viven muchas personas, y ahí está mi duda: es muy textual, muy real”. Repito, tercero, una nota de Cristina titulada “La Navaja de un ´Mírate´”. Pasamos de una película a la realidad comentada con pluma de navaja sin escalas. Sin embargo, nada es tan random después de todo. En algún punto ambas se conectan, ambas intentan abordar una realidad. Quizá, este párrafo escrito por Cristina sea el que teje el hilo de la causalidad: “Me ha costado años comprender que, a las mujeres, además de acallar, nos enseñan a no mirarnos, o sea, a vivir solo de la mirada impuesta y asumirla como si fuera propia, las voces de otros, las opiniones de otros, los relatos de otros, la mirada de otros”. Ahora, a leer. Así, random. 

Porota.

por *Cristina Fallarás (Diario Público, España 2024) 

El hombre me decía siempre ¡Mírate! Lo pronunciaba con un tono de profundo desprecio, incluso de asco. Era un maltratador de manual. Al final ya no hacía falta que añadiera nada más, tampoco necesitaba una introducción, por ejemplo, llamémosle calentamiento. Solo pasaba por ahí, enfrentaba mis ojos y masculla un “Mírate” agrio y duro. Los verbos necesitan su entorno, ¿verdad?, entonación, gestualidad. Cualquier imperativo reclama contexto; un ¡bebe!, puede ser la dulcísima invitación a perderse o un imperativo violento BEBE, o la orden de la madre hastiada de esperar, o la recomendación de una buena amiga o el consejo de un sanitario o una mala jugada por parte de quien no te quiere bien. El asunto de la violencia macho en ese asunto del “mírate mírate” llega cuando tienes el cuerpo y el alma ya sembrados de veneno e inquina. “Mírate”, y lo que ves es un campo devastado, escombros, cerrones, sebo. Una sentina. Es el otro en realidad quien te mira. Si cotidianamente, al levantarte alguien te mira con repugnancia u odio, y te repite lo inútil que eres, puede que las primeras veces solo lo recibas como un arañazo, pero el daño funciona por acumulación, como la uña sobre la herida; y ese arañazo acabará infectándose; entonces un día te levantas y eres eso que recibes. Su mirada, eso eres. Porque todo empieza preñando las palabras de dolor, en el imperativo “Mírate” laten las puñaladas. Narrar los feminicidios, las atrocidades perpetradas contra los cuerpos de las mujeres, los puñetazos, las navajas y la asfixia, las patadas en el suelo, nos empuja una y otra vez a olvidar el filo de la violencia psicológica. Las heridas de las palabras, las miradas, el esputo, desgarran vidas. ¡Desgarran vidas! Una mujer me escribe, lo mío no es tan grave como lo que cuentan otras mujeres, dice, violaciones y así, pero lo voy a contar igual. Mi ex me insultaba siempre, dice, al principio solamente cuando volvía bebido, luego empezó a insultarme delante de los amigos, explica, eso no me importaba tanto como cuando me insultaba delante de los niños, me hacía sentir mucha vergüenza. Ahora ya estamos separados, explica, pero le sigue diciendo a los niños cuando están con él, lo mismo que me decía a mí. Pienso en aquel “Mírate” mío y en esos niños y veo el mismo veneno que sembró en la mujer, queda lanzado hacia el futuro, en la mente, y probablemente también, en el cuerpo de las criaturas, y germinará. ¡Sí señora, germinará!, y ojalá tengan a mano a alguien que les acompañe con paciencia y amores en la muy muy ardua tarea de arrancar esas flores del mal. Sin embargo, tendemos a considerar que, “bueno, no es tan grave”. Mira a mí han pasado los años y he aprendido a mirarme yo misma, también a verme en quienes me quieren y en quienes me cuidan. Ahora el “Mírate” me lo digo yo sola, a mí misma, con una sonrisa amplia, ¡Mírate!, una sonrisa amplia y satisfactoria. Me ha costado años comprender que, a las mujeres, además de acallar, nos enseñan a no mirarnos, o sea, a vivir solo de la mirada impuesta y asumirla como si fuera propia, las voces de otros, las opiniones de otros, los relatos de otros, la mirada de otros. Ahora poco a poco, a fuerza de contarnos las unas a las otras, vamos dejando eso atrás y sería de mucha ayuda reconocerles a las palabras y al gesto, toda la violencia que esconden, más allá del golpe y de la sangre.

¿Quién es Cristina Fallarás? 

Cristina Fallarás (Zaragoza, España, 1968) es escritora y periodista, conocida por su defensa de los derechos de la mujer y su activismo a favor de la Memoria Histórica. El 26 de abril de 2018 lanzó el hashtag #Cuéntalo, fenómeno internacional donde millones de mujeres relataron las agresiones sexuales que habían sufrido. Ha trabajado en numerosos medios de comunicación. En este momento, ejerce de analista política en las cadenas de televisión Telecinco, Cuatro, TVE, Telemadrid y TV3 y en el diario Público. Directora y creadora de la editorial y revista Sigue leyendo, pionera en la edición de libros digitales.

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