#Manijeros de todas las edades. Un encuentro sin viejismos
Si bien las fotos en las redes sociales y en los medios de comunicación poco muestran a las familias con infancias o personas mayores de 50, 60, 70, etc., lo cierto es que más allá de los recortes estereotipados de los ojos avizores de los fotógrafos y fotógrafas, arriba y abajo del escenario, hubo de todo y para todos.
Mariano Salinas y Valentina Ruth Cuello, integrantes del equipo de El Club de la Porota, trabajaron y disfrutaron de semejante encuentro que reunió, en sus dos jornadas, a más de 200.000 personas. “Trabajé los dos días y la cantidad de distintas generaciones compartiendo los diferentes escenarios fue notable”, expresó Mariano. A su turno, Valentina agregó: “Había muchos Porotos y muchas Porotas disfrutando entre amigos o en familia. ¡De a tres generaciones! La verdad que es una gran fiesta que no tiene edad, impresionante. Porque te juntan a Trueno y a Divididos en un mismo día, el rock es de todos y todas”.
Juanse con 60, Ricardo Mollo con 65, Germán Daffunchio con 61 y Skay Beilinson de 71 (además del ya mencionado Fito) fueron algunos de los artistas que lo dejaron todo, hace tan sólo seis días, en lo que fue uno de los encuentros más trascendentes de la región. En este contexto, quiero regalarles una nota que escribió hace unos años el periodista Mario Mercuri,un amigo de El Club de la Porota, cuando trabajábamos juntos en el Espacio Illia y editamos una revista que llamamos “La Alegría de Vivir”. Una nota que no pierde vigencia, como sus protagonistas, viejos rockeros de aquellos y estos tiempos. El Rock no discrimina.
Porota.
Rock, el arte de provocar con las arrugas
En el rock, como en ningún otro género, jóvenes devenidos en viejos supieron mantener su actitud desafiante y contestataria.
El 10 de enero de 2016, dos días después de su cumpleaños número 69, moría en Nueva York, el músico inglés David Bowie. Apenas unos días antes había visto la luz su último trabajo discográfico “Black Star”. Este ícono del rock y del pop se despedía del mundo con sus habilidades musicales intactas y con sus composiciones en los primeros puestos de los rankings internacionales.
A fines de los 60 y principios de los 70, Bowie era uno de los representantes más encumbrados de una generación que había alimentado su rebeldía con el rock and roll, buscaba nuevos horizontes artísticos, políticos y culturales y marcaría un quiebre en la historia de la música.
Amparada por la omnipotencia de la juventud, esa generación de artistas se abocó a la experimentación y el desafío constante como formas de llevar su propio mensaje. Desde este lugar, artistas como Bowie, Mick Jagger o John Lennon desafiaban a sus mayores no sólo con sus letras, sino con su vigor juvenil, sus ropas, su piel tersa, su androginia y su actitud rebelde. Se consolidaba la cultura del rock, su espíritu contestatario y la juventud como la concebimos actualmente.
En la Argentina los jóvenes de pelo largo seguían el mismo camino, aunque la coyuntura política del país fuera totalmente distinta a las libertades que se podían gozar en otras latitudes. La juventud se volcaba a explorar un mundo nuevo en todos los planos, surgieron allí los mitos más grandes del rock nacional: Charly García, Lito Nebbia, Luis Alberto Spinetta o Javier Martínez, y tantas otras luminarias.
A lo largo de los años, estos artistas -salvando las distancias entre estrellas internacionales y locales- han conservado su vigencia. Y con sus años a cuestas han sabido llevar ese compromiso artístico, de una u otra manera, sin abandonar su rol de vanguardia o referencia.
En la actualidad hay innumerables novedades a nivel artístico, musical y sobre todo tecnológico, quizás aquí esté la brecha más palpable. Pero mucho de lo que vemos u oímos tiene seguramente sus raíces en aquellos años de ebullición creativa durante los años ‘60 y ‘70.
“Después de haber militado durante mucho tiempo en la vanguardia, el rock se empezó a morder la cola y hoy se ha vuelto uno de los géneros más conservadores. Los nuevos artistas, que tienen acceso a un completísimo archivo disponible online,construyen el futuro a partir de fórmulas ya probadas, en vez de hacerlo tomando el riesgo de ser cien por ciento originales. Al público que escucha a estos intérpretes actuales, también le va a resultar familiar el sonido de las viejas canciones que los inspiraron. Y eso, en parte, explica la vigencia de composiciones que fueron grabadas hace más de 40 años”, reflexiona Raúl “Dirty” Ortiz,periodista cordobés especializado en cultura.
Posiblemente ésta es una de las razones por las que aquellos grandes íconos siguen vigentes. Más allá de los altibajos en sus carreras, muchos también conservaron ese fuego sagrado de la juventud, que es el desafío constante y animarse a lo nuevo, convirtiéndolo en un fuego vital que trasciende las edades.
La generación del baby boom (los nacidos tras la Segunda Guerra Mundial) ya superó la barrera de los 70 años y aquella audacia originaria parece seguir vigente. Si este segmento completó la concepción de juventud actual, rebelde y contestataria, también parece que ser la encargada de modificar la idea de vejez y romper con las barreras tradicionales. “En los años sesenta, los Who decían ‘prefiero morirme antes que volverme viejo’. Con el tiempo, muchos descubrieron que “volverse viejos” no tenía tanto que ver con una cuestión física, sino más bien con un estado anímico. La apertura mental hacia nuevas experiencias, la curiosidad por emprender un rumbo diferente,la vocación de forzar los límites impuestos, conforman esa actitud que algunos rockeros han sabido sostener. Aunque su apariencia se corresponda con la edad que tienen, esos músicos mantienen encendido un fuego interior que los años no han conseguido apagar”, señala Ortiz.
En febrero del 2016 un grupo de cuatro septuagenarios convocó en el Estadio Único de La Plata, a más de 100 mil personas, en una ceremonia del rock and roll. La nueva visita de los Rolling Stones revoluciónó las calles de Buenos Aires. Es válido preguntarse qué artista actual genera tanto fervor en sus fanáticos como estos cuatro viejos. Mientras Jagger baila, salta y canta durante más de dos horas sobre el escenario, Keith Richard se ha convertido en ídolo de viejos y jóvenes. Lejos de querer ser un ejemplo de lozanía, conserva sus vicios juveniles aplomados por sus años y desde allí sabe polemizar con las nuevas generaciones, que lo idolatran como un dios viviente o más bien como un sátiro.
En 2011, Paul McCartney de 73 años llenó el Monumental y dió un show de casi tres horas. Mientras que el Indio Solari a sus 67 dió en 2014 su último recital en Mendoza ante 140 mil personas, en su mayoría jóvenes.
Quizás la clave para mantener ese fuego sagrado es seguir provocando con las arrugas y experimentar nuevas formas de vivir la vejez.