¿Quién serías si pudieras barajar y dar de nuevo?

En algunas partes del mundo existe una propuesta muy divertida para las infancias. Se llama “Build a Bear”. Es una cadena de comercios que te venden la experiencia de elegir tu peluche, rellenarlo, seleccionar el sonido o la voz que prefieras así como también elegir un corazón y el ritmo de sus latidos (sí, se puede sentir el ruidito del “pum, pum / pum, pum”); también podés elegir la ropa, accesorios y hasta un nombre. Al final del proceso (que lleva aproximadamente 45 minutos) te entregan un documento en el que debes consignar su nombre y fecha de nacimiento. En algunos casos también podés comprarle el diario íntimo para narrar la historia o vida que le deseas. 

Imaginemos que somos parte del stock de peluches de “Build a Bear”. ¿Qué cuerpo querrías ser?, ¿qué ropa desearías usar?, ¿cómo te gustaría que te llamen? ¿Cómo se siente y expresa el corazón que te incorporaste?, ¿qué deseas?, ¿qué proyectas?, ¿cuántos años tendrías? 

Hace tiempo que en el Club de la Porota trabajamos para #hackearelviejismo. Para cambiar la forma en la que concebimos a la vejez. De hecho, esta semana he sido nuevamente convocada por Naciones Unidas y la OMS, en el marco del programa “Década del Envejecimiento Saludable”, para ser parte de un encuentro con los 50 líderes mundiales que trabajan para “combatir el edadismo”. Confieso que no me gusta el término “combatir”, no creo que tengamos que pelear contra nada ni nadie, sino más bien reprogramar las miradas, las cosmovisiones, los paradigmas desde donde construimos nuestra realidad. El kit de prensa y comunicación del programa “Healthy Ageing 50 leaders” (Programa: 50 líderes del envejecimiento saludable – ver imágenes adjuntas) cuyo hashtag es #AWorld4allAges (un mundo para todas las edades) está acompañado por cuatro flyers o “folletos” que explican de manera sintética las consecuencias del edadismo, cómo “combatirlo” (folleto dixit), y brindan datos sobre las formas de propagación y consolidación.  

Hace unos días publicamos tres notas que me interesa recuperar: 1. “¿Juve, Veju, Jovu? La vejez intraducible”, 2. “Nyad: ¿qué piensas hacer con tu única, salvaje y preciosa vida?”, 3. “El Poder de la Palabra”. El hilo que traza algunas coincidencias entre ellas es la invitación a pensar diferente, a salir de los lugares comunes, a reconfigurar nuevos circuitos neuronales que nos permitan imaginar un mundo sin edadismos. Y esto incluye quitar de cuajo la causa de la lucha, del “combate” contra las actitudes discriminatorias. ¿Qué quiero decir con esto?: ¿Y si de repente envejecer deja de ser percibido como un conflicto?, ¿qué pasaría si dejásemos de naturalizar que en la vejez “hay achaques”?, ¿qué sucedería si nos permitimos imaginar un mundo en el que no existen las edades?, ¿en el que las personas somos capaces de crear la realidad que deseamos vivir? ¿Y si dejamos de luchar y ponemos nuestra energía en disfrutar?

Diana Nyad es la nadadora estadounidense que a los 64 años logró ser la primera persona en nadar desde las costas de Cuba hasta las costas de Florida sin una jaula para tiburones. ¿Qué sería de su hazaña si hubiese creído que a su edad, y por su edad, no lo lograría?​

No es sencillo lo que intento decir. Busco crear nuevos circuitos de pensamientos que me saquen de los lugares comunes. Evitar hacer foco en la falla. ¿Y si proyectamos un mundo en el que podamos elegir a lo largo de la vida como deseamos vivir? Ummm quizá no sea la forma correcta de hacernos la pregunta, porque a veces nuestros deseos también están configurados desde la carencia. No vale decir: “quiero vivir sin enfermedad”, “quiero volver a ser joven”. Imaginemos un mundo en el que la vejez no es sinónimo de achaques y enfermedades sino más bien la etapa de la vida a la que aspiramos llegar. Un mundo donde no existe la juventud y la vejez tal como la entendemos, donde no estamos agrupados por edades sino más bien por niveles de conciencia y capacidad para decidir lo mejor para nosotros mismos. Un mundo en el que nuestras posibilidades no dependan del contexto sino de cómo nos conectamos con nosotros mismos y los demás. Si yo creo que puedo nadar, nado. Si yo creo que puedo sanar, sano. Si yo creo que puedo emprender, emprendo. Si yo creo que puedo enamorarme, me enamoro. Si yo creo que puedo estudiar, estudio. Si yo creo que puedo, puedo. 

En la nota “La vejez intraducible” esbozamos una definición de persona mayor. En realidad, reflexionamos acerca de la posibilidad de crear un término que defina a esa persona mayor que representa la vejez que, desde El Club de la Porota imaginamos, proyectamos, manifestamos. Un concepto que aún no tiene “ese” término intraducible que la explique sin tanto espamento: “persona mayor vital, enamorada de la vida, que contribuye a transformar su realidad, que se dispone a escuchar, participar y aprender. Flexible. Que se adapta a los cambios. Que va al encuentro de los demás. Que gesta espacios de participación. Que no reniega de su edad, sino más bien la exhibe orgullosa”. 

Quizá, no se trate de combatir sino más bien de hacer borrón y cuenta nueva. ¿Cómo? una opción es visibilizando las Náyades. Las personas mayores como ella ¡existen! y son las que de alguna manera no han quedado hechizadas por los viejismos y contextos condicionantes. Sino todo lo contrario, son las que han entendido que la vejez no les inhibe vivir la vida que desean. 

Si en “Build the Bear” te dieran la posibilidad de resetearte, ¿quién serías a los 60, 70, 80, 90, 100 años?. 


por Sol Rodríguez Maiztegui

Es Licenciada en Comunicación Social, gerontóloga, líder del envejecimiento saludable (ONU-OMS) y creadora de la propuesta de comunicación
de El Club de la Porota.

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