Después de la vacuna… ¿qué?
Por Sol Rodríguez Maiztegui
comunicadora Social y gerontóloga
La dosis número 100.000 de la vacuna contra la COVID-19 fue provista ayer en esta Capital a una mujer de 91 años. Si bien restan muchas personas menores y mayores de 70 por vacunarse, lo cierto es que -de a poco- logramos inmunizarnos.
La semana pasada, junto con el Club de la Porota, encuestamos de manera aleatoria, a personas mayores que gustasen compartir su experiencia. ¡Oh, sorpresa! detectamos en algunas respuestas que muchas de ellas, a pesar de haber recibido la primera dosis, tienen miedo a salir. Inmediatamente, me puse en contacto con la psicóloga Kay Ghersevich quien durante el 2020 le puso palabras a los fenómenos actitudinales y emocionales que atravesamos casi la mayoría de nosotros en el contexto pandémico.
“Hace más de un año que las personas mayores están recibiendo información que los ha atemorizado. Es lógico y esperable que tengan miedo de salir”, me advirtió Kay apenas iniciamos el diálogo. “Ha habido pérdidas reales: de amigos, de conocidos, de compañeros. El miedo no es sólo subjetivo sino también objetivo”, señaló Ghersevich, y agregó que: “la vacuna sólo actúa en el cuerpo físico de las personas, no en el cuerpo subjetivo”.
Tenemos que hablar de lo que nos pasó emocionalmente. De lo que nos pasa a casi un año del inicio de la cuarentena. No podemos ignorar la diversidad de miedos que nos habitaron. Mejor ponerles un nombre, mencionarlos e incluso apelar al humor. Del modo que mejor nos parezca, debemos comenzar a hablar de nosotros. Y en ese “debemos” / “nosotros” me refiero a todas las personas, independientemente de la edad que tengamos.
“El miedo es una emoción que tiene que ver con detectar amenazas. No hay que negarlo y tampoco apurar los procesos de aceptación. Validar el miedo es esperable y adecuado. Tenemos que, de a poco, trabajar el cambio actitudinal para comenzar a recuperar no solo los espacios externos sino también internos”, amplió Kay.
En este contexto me animo a compartir el modelo SOC de Baltes (1997). La Selección, la Optimización y la Compensación son procesos adaptativos y respuestas que en general las personas mayores suelen poner en juego ante las pérdida de reservas biológicas, cognitivas, psicoemocionales y sociales. Es un modo de seleccionar concentrar los mejores esfuerzos en aquellas metas prioritarias y que supongan la convergencia de las demandas exteriores con las propias necesidades e intereses, competencias y posibilidades. Para que sea más sencillo de comprender, les ofrezco un ejemplo:
Ester enviudó hace un par de años. Tras quedarse sola en una vivienda inmensa decidió ocuparla con estudiantes. Alternaba sus días entre la cocina, la limpieza y el cuidado de los residentes y nietos. La irrupción de la cuarentena terminó dejándola sola: los jóvenes volvieron a sus ciudades de origen y sus nietos quedaron igual de aislados que ella. Tras superar los primeros días de shock, Ester decidió sostener su trabajo y vínculos desde otro lugar. Aprovechó para arreglar la casa, freezar comida para cuando se reencontrasen y aprender a utilizar plataformas digitales que le permitieran sentir más cerca a sus estudiantes y familiares. Fue así como seleccionó metas concretas y posibles en función de sus posibilidades físicas y emocionales. Asimismo, optimizó su capacidad y derecho a seguir aprendiendo con talleres virtuales gratuitos para utilizar redes sociales y plataformas de teleconferencias. Por último, compensó su repentina soledad comunicándose por llamadas de WhatsApp, utilizando una pc de escritorio o escribiendo cartas manuscritas a cada uno de sus nietos. Las palabras salvan. Las palabras brotan en el silencio, en la no rutina, en el desorden, en el miedo.
A Ester ya la vacunaron, pero aún no abre las puertas de su casa.
“Debemos empezar a ampliar los espacios seguros. A dar pequeños pasos. El miedo aparece ahora a la inversa. Antes debíamos adaptarnos a estar encerrados en casa y ahora esa casa es el único lugar que percibimos como seguro. Por eso, para recuperar la confianza debemos comenzar a salir de a poco”, aseveró Kay Ghersevich tras interpelarla acerca de cómo readaptarnos a esta “nueva normalidad”.
Intuyo que la prolongación de la expectativa de vida conlleva en sí misma un proceso permanente de SOC (Selección, Optimización y Compensación). Envejecer requiere de estos atributos. Ni hablar si nos toca vivir la vejez en contextos tan inciertos como el actual. Reinventarnos de manera saludable, renacer a cada paso, a cada minuto, en cada desafío es y seguirá siendo la receta para sobrellevarnos. Las personas mayores han dado clara muestra de ello.
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