“Hay que pasar agosto”
En nuestra reunión de producción, en medio de una intensa lluvia de ideas, alguien pronunció un dicho muy popular: “hay que pasar agosto”. Las nubes se movieron y empezó a llover en otro lado. Aparecieron las preguntas y los recuerdos. Luego de la tormenta salió el sol y nos mostró un horizonte, nos marcó un camino a seguir. Le pedimos al Gringo que salga a caminar y encuentre las palabras apropiadas para darle cuerpo a este refrán.
Adiós Julio, hasta pronto. Gracias por los memes, por la Copa América. Los niños te agradecen por el receso escolar y las madres y los padres no tanto. Te digo más: gracias por el frío y eso que yo la paso mal pero hacía años que no teníamos un invierno tan hostil. Gracias por los mates más ricos de todos, por los locros y las empanadas fritas. Nos vemos el año que viene.
Qué tal agosto, bienvenido. El mes de los vientos y los barriletes. De la Pachamama y del paso a la inmortalidad de José de San Martín. Mes raro, de frío y de calor. A veces viento sur, otras veces viento norte. “Cómo mata el viento norte, cuando agosto está en el día y el espacio, nuestros cuerpos ilumina”, decía Charly en la Máquina de hacer pájaros, y algo de razón tiene.
Me encanta rastrear los orígenes de ciertos dichos o refranes populares. Pasar agosto, en estas latitudes, refiere a que, si superamos el invierno, viviremos un año más. Es una frase que decía la gente de antes. Pero ¿es tan así? ¿Habrá evidencia que lo demuestre?
La periodista Penelope Moro señala, en una nota publicada en el portal de la Universidad Nacional de Cuyo: “cabe señalar que las tasas de mortalidad oficiales no sentencian al octavo mes como el que presente mayor cantidad de decesos de personas de cualquier edad. No debe entenderse como un axioma el hecho de que ‘haya que pasar agosto’, pero sí como un fenómeno de la realidad que impacta sobre la salud de la población”, explica el doctor Federico Llosa, médico de familia. En concreto, el médico atribuye las mayores afecciones respiratorias y cardíacas en pacientes que son tendientes a sufrirlas en torno a los cambios climáticos característicos de agosto cuando se genera una mayor presencia de viento zonda. “Las guardias de cualquier servicio de emergencia son muy recurridas por problemas respiratorios los días que sopla el zonda”, relata Llosa y describe esas ráfagas como “secas, calientes y portadoras de suciedad”.
En estos casos no hay respuestas científicas y las “verdades” se encuentran en la gente y sus experiencias, principalmente en las personas mayores. Le pregunto a mi madre sobre el dicho y 5 minutos más tarde me llega un audio precioso de mi padre: “Escuché la pregunta que le hiciste a la mami. Te cuento: mis abuelos eran sirios libaneses y los dichos de los argentinos o de la gente de acá, del barrio, no les pegaba a ellos. Ellos si te contaban algo o te decían algo, era hablando en castellano pero pensando en árabe. Sin embargo, en la época que yo era muy chico, en el barrio no había médico. Si vos necesitabas ir al médico, tenías que ir a un hospital en el centro y no había otra. Pero sí había una curandera llamada Doña Etelvina, a la cual a mí me sabían llevar cuando era chico. Y Doña Etelvina tenía ese dicho. Te decía, ‘a ver, cuídese mi’hijito porque hay que pasar agosto’. Y casualmente, agosto era cuando empezaban las enfermedades bacterianas, virósicas, y de las bacterianas no había antibióticos, había penicilina. Y eso te lo daban en el hospital. Bueno, también existía el farmacéutico Don Marcos, que era algo así como el médico sustituto. La gente pobre iba al farmacéutico y le preparaba jarabes magistrales. Le decía: ‘cuídese, cuidelo al chico, mire que tiene que pasar agosto’. Y esas son anécdotas reales, con nombre y apellido de gente. Chao, un beso hijo”.
Al rato empiezan a llegar los audios de las amigas de mi madre, las “chicas”, todas entre los 70 y 95 años. Elijo dos por una cuestión de espacio.
Ana María: “a mis tías les escuchaba decir eso: ‘tenemos que comprar la caña y la ruda, y la botellita, porque se viene agosto y el primero hay que tomarlo’. Y lo he escuchado muchas veces, ahora por ejemplo se está escuchando mucho que hay que pasar agosto, yo espero que vaya lento, porque 31 es mi cumpleaños, ya son muchos”.
Yoli: “en las reuniones familiares era un término que se repetía mucho porque se cuidaban de las enfermedades; éramos muy humildes y temían estar enfermos, no tenían una buena obra social. Cuando tomábamos mate y conversábamos siempre repetían ‘hay que pasar a agosto y listo, ya estamos, este año será otro más y seguiremos adelante’, siempre lo decían”.
Agosto emerge aquí como ese mes innombrable, casi como la vejez. Quizá, tal vez, sea necesario conectar con lo que nos trae. En vez de pasar agosto o no hablar de la vejez ¿por qué no transitar el mes, la edad, la vida con conciencia? Las creencias aprendidas e incuestionables, a veces nos inhiben la posibilidad de conectar con nuevas vivencias, con nuevas oportunidades para cambiar la perspectiva y explorarnos desde lugares desconocidos. Queremos que las cosas lleguen o se vayan “volando” y si bien, agosto es el mes de los vientos y la vejez la etapa vital en la que la percepción del tiempo tiene la duración de un suspiro… ¿por qué no regalarnos la posibilidad de gestar nuevas narrativas alrededor de estos innombrables?
Quizás el desafío sea cambiar la narrativa sin abandonar la creencia o la tradición: cuidarnos todo el año, tomar caña con ruda, disfrutar agosto y vivir los días.
Gracias a todas las personas que han opinado sobre “hay que pasar agosto” también en nuestra cuenta de Instagram.
Porota y equipo.