|

Jaque mate a la cultura viejista

Un señor muy avezado en temas gerontológicos me comentó en un mensaje de Facebook que si bien las personas mayores muchas veces actuamos los prejuicios, es también la misma cultura quien nos obliga a conducirnos de esa manera, porque somos en función de lo que representamos. Qué difícil dialéctica ¿no?, ¿qué fue primero, el huevo, o la gallina?.

¿Cómo desactivar comportamientos que nos imponen, que percibimos como obligatorios y aún sabiendo que no nos representan los debemos cumplimentar para ser, para que nos vean, para encajar? Es que la invisibilidad duele ¿no?

¿Por dónde comenzar? Yo me animo a aseverar que debemos comenzar por nosotros mismos. Nada ni nadie pueden quitarnos valor por la edad que tengamos, si nosotros no lo permitimos. Quizá es hora de cambiar, de buscar espacios donde sí seamos vistos, donde nuestra voz adquiera fuerza. Quizá sea momento de incorporarnos con humildad. De perder el miedo a la mirada de los demás y de accionar en favor de una misma y en consecuencia de los demás. Y será así como surgirán las voces que digan:

“Mi abuela es quien me enseña a estudiar. Me prepara un té caliente, me acaricia la espalda y aunque no sepa nada de álgebra, se sienta a mi lado para alentarme”  – José, (12 años) nieto de Mirta (70)

“Mi vecino Gustavo, saca a pasear todos los días a su perro llevando una palita y una bolsa para recoger sus heces” – Ricardo (40) vecino de Gustavo (75)

“A la vuelta de mi casa vive un señor mayor. Habita bajo la garita de la plaza. A pesar de su aspecto, cuando paso a su lado, no duda en mirarme fijo a los ojos y sonreír. A mí me da mucha vergüenza pero cuando me siento mal, salgo al buscar su sonrisa. Alimenta a los pájaros de la plaza y al final del día recoge los papeles que quedaron en el suelo” – Paula  (50) vecina del Sr. Indigente (¿?).

“En la clase de Ingeniería en Sistemas de la Información tengo una compañera de 60 años que se llama Susana. Al principio era muy tímida y no se animaba a charlar con los más jóvenes hasta que un día llevó una torta que había hecho especialmente para nosotros. Ahora todos los jueves disfrutamos de la clase con sus tortas y mates” – Juan (20) compañero de Susana (60)

“Mi papá enviudó hace unos meses. Con mis hermanos pensamos que no sobreviviría sin mi mamá hasta que un día nos contó que retomaría sus prácticas de basquetbol con el equipo de amigos que tenía cuando era joven. Por estos días, están todos de excursión en el Machu Pichu” – María José (37) hija de Luis (68)

“Mi abuelo de 97 años me llama por teléfono para pedirme que vaya a su casa a escribir para él. De vez en cuando lo visito y me dicta temas vinculados a su especialidad, la física” – Sol (38) nieta de Alberto (97).

Es cierto, muchas personas, aún cuando no actuemos los prejuicios, no seremos vistas, pero seguramente habrá otras que comenzarán a torcer la cabeza para admirar lo que somos capaces de lograr cuando elegimos desde el corazón, sin miedo y apasionadamente.

Aclaración: El viejismo es definido como el estereotipo negativo
y la devaluación sistemática de las personas simplemente
por causa de su edad.

Porota.

Opiná, escribime, leeme, seguime en…
@:porotavida@gmail.com
www.porotavida.com
FB:porota.vida
Instagram:@porotavida

Publicaciones Similares