¡La revolución de los envejecientes!
Carmen Barragán es una amiga de la vejez. Hace tiempo que la invito a sumarse para que nos comparta su voz. Y finalmente, ¡lo he logrado! Carmen habita su vejez. Se sabe una persona mayor y ese registro la potencia. De una fuerza admirable y optimismo contagioso su pasión por la vida es bella. Gran artista y docente, Carmen es una militante de la vejez, una revolucionaria. Espero la disfruten tanto como yo. Deseo que su voz vuele alto, y llegue lejos. ¡Gracias Carmen!
Porota
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¡Hola, Porota! Aquí estoy después de vencer mi timidez. Sí, porque -aunque no lo parezca- soy muy tímida, más cuando se trata de hablar en primera persona, pero bueno. Aqui estoy para contarte mi amor por el trabajo con los envejecientes, con los viejos y viejas. Es un trabajo que abrazo desde el saber y el sentir porque … ¡yo también soy vieja! Sufro los estereotipos, los estigmas, la violencia que gran parte de la sociedad tiene hacia nosotros, y de allí mi deseo activo de estar defendiéndome y defendiendo a mis pares; desde la concientización, desde la defensa de la Convención Interamericana de los Derechos del Adulto Mayor.
Tengo conocimientos en Psicología, en Arte, y en el arte de la cerámica. Soy docente hace tantos años , como 40 ¡uh, cuántos! Trabajé unos 16 años en residencias para mayores, estimulando a tantas personas con el arte, la emoción, la música , el humor, la contención…¡el amor! Fui feliz de hacerlo, yo sentía que ellos me esperaban por lo que nunca les falté.
Además, soy asistente Geronto -Geriátrica (UNC), y toda esta dedicación, conocimiento, y seguridad en lo que deseo es lo que me anima a seguir haciendo docencia, acompañando, empoderando. Estar al servicio de quienes llevan la bandera, la voz de nosotros los viejos.
Como dicen los especialistas nadie mejor que nosotros para hacer valer nuestros derechos. Debemos defendernos de quienes nos consideran vulnerables, frágiles, enfermos… ¡no somos todos iguales! Hay quienes disfrutan en denominarnos abuelos, jubilados, ancianos. ¡Somos tan diversos! Tampoco somos riesgo para la sociedad. INCLUSO podemos ser el reservorio de nuestra cultura, como los dueños de estas tierras lo eran en su momento. Pero no. Somos invisibles. Nos sentimos así.
¿Sabés una cosa, Poro? Cuando era joven, en la universidad, luché por los derechos que en ese momento consideré justos; era feliz de participar por mis convicciones, hacerlas conocer… ¡ahora siento lo mismo! Siento el deseo y la convicción de que puedo seguir en esta revolución que los envejecientes debemos llevar a cabo con la sabiduría , la experiencia de los años, la tranquilidad, la seguridad de nuestro pensar, con la palabra justa, en el momento oportuno, podremos acompañar a tantos profesionales jóvenes, gerontólogos que están enarbolando la bandera del respeto, la dignidad, sin estereotipos, sin discriminación, por la diversidad, la justicia ¡por nuestros derechos! ¡Por una vejez en movimiento!
Por último, quiero contarte de dónde vengo. Mi familia era trabajadora, humilde, con los valores bien altos. Estudié y trabajé desde muy chica, el amor de mis padres me dio la energía para defender mis derechos. Atravesé un divorcio y algunas enfermedades. La vida me regaló dos hijas que son lo mejor que me ocurrió en la vida. Hace unos años, la llegada de mi nieto me colmó de felicidad. Te cuento esto para que entiendas que soy todo, lo bueno, lo no tanto, y que siempre logro resurgir con mayor fuerza, con ganas de seguir viviendo por lo que quiero. Esta pandemia me recuerda una etapa de mi existencia en la que también me tuve que aislar. Puedo decirte, Porota, que nunca aprendí tanto de la vida como en esa época. Me ayudó a salir con más fuerzas como creo que me ocurrirá con esta cuareterna.
Aún en el aislamiento sigo siendo feliz, valorando la vida. Hago todo lo que en “épocas normales” no hacía ¡ahora estoy ocupada a tiempo completo! Leo, aprendo, escucho música, me actualizo en lo que necesito, sigo reuniéndome con mis amigas a la misma hora. En el celular o en la computadora… así pasan mis días. Me preparo para cuando debamos comenzar nuevamente con toda la energía acumulada en este período de mucha reflexión. ¡Un abrazo, Poro! Te confieso que, gracias a vos, he roto otra barrera …¡la timidez! ¡Gracias!
Tu amiga María del Carmen Barragán