Los pedacitos de diciembre en la vejez

Quizás el gran mérito de envejecer sea que a pesar de llegar rotos, rotas ¡llegamos! ¿Dónde? No sé. Tal vez… a ese perenne presente del que tanto hablaba Facundo Cabral en sus canciones: “Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida”. Un presente dinámico, permeable, cambiante. 

Llegamos rotos, rotas. 

Así lo esbozó en un mensaje de WhatsApp mi amiga, la escritora Liliana Levin: “La vida no envejece, somos nosotros los que acumulamos tiempo que nos habita en el cuerpo entero. Tiempo crudo, aunque con posibilidades de seguir haciendo, naciendo, repitiendo otoños, noviembres, sintiendo el vuelo de los jazmines en primavera”. 

Habitamos rotos, rotas. Con la lengua afuera, el corazón mutilado, las lágrimas secas de tanto llorar. Habitamos los años con las pérdidas, los cambios, los amores, los golpes, la incertidumbre. También con esas dosis de alegría, de felicidad que nos mantienen vivos, vivas. 

Diciembre, mes de lenguas afuera, de pasos densos, de furias contenidas, de miradas perdidas. Mes de pastillas.

Diciembre, mes de cierres, de balances, de contar pedacitos. ¿Cuántos quedan, cuántos ya no están? 

Miro las muñecas articuladas de mis nietos y me veo. Soy la que levanta la pierna entera, y también la que puede flexionar la rodilla. Soy la manca, la ciega, la mutilada. Soy la que está vestida de fiesta, pero también la que abandonaron desnuda por ahí. Soy la que pone la mesa, la que se enoja, la que se pierde, la que calla, la que grita, la que no sabe a dónde ir, y la que llega a ningún lugar. Soy la rota, soy la entera.  

Diciembre, mes del cansancio del desquicio, del atolladero, del apuro. ¿Por qué no mes del abrazo, del reparo, de la sanación? 

¿El mes de las pequeñas conquistas, del experimento amoroso, de los gestos invisibles? 

Mes de accionar, de proponer, de mover pa´dentro.  

La vejez me trajo hasta acá. Soy la más flexible de todas, la más adaptable de las muñecas. Soy la que a pesar de faltarle mucho, aún puede con lo que tiene. Mutilada, ciega, manca, rota. Con mis potencialidades a flor de piel puedo inventar mi propia mesa, mis propias Navidades, mi nuevo y bendecido año 2020. 

Diciembre, mes roto. Mes de la reinvención. Mes del aprecio y la contemplación. 

Diciembre. 

Parafraseando a Lorena Pronsky* te digo, me digo: Soy Porota. Porota Vida. También estoy un poco rota, pero con el tiempo aprendí que rota se camina igual. 

 

*Lorena Pronsky es psicóloga y escritora. Autora del libro “Rota se camina igual”. Para más información ingresar a www.lorenapronsky.com

 

 

 

POROTA.
Porota sos vos, soy yo, somos
todas las personas envejecientes

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