Amigarnos, hacer visible las palabras: viejo, vieja, vejez
El día mundial para la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez; o el día internacional del buen trato a la persona mayor ha dado qué hablar. ¿No les parece?, ¿o he sido sólo yo quien de repente vi salir a los viejos y viejas a las calles?
No hubo ventiscas, heladas o días nublados que nos detuvieran. Y los medios, aunque tímidos, salieron a mirar de qué se trataba esto llamado “vejez”.
A veces pierdo perspectiva y me olvido que el tema del envejecimiento poblacional resulta más llevadero abordarlo desde la imparcialidad de la demografía (es un hecho comprobado estadísticamente) que desde la parcialidad de la cultura viejista, estereotipada, colmada ¡plagada de prejuicios!
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“Yo no soy vieja”, dijo una señora por la radio. “Hago gimnasia, voy a yoga, cuido a mis nietos. Soy joven aún”, remató.
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“Los abuelos salen a pedir buen trato”, advirtió el locutor del medio día.
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“La colorida marcha de las personas mayores por el buen trato”, tituló un medio gráfico y… ¡respiré aliviada! Porque no importa la resistencia que persiste sino aquellos que ya se están animando comprender cuán importante es “desarmarnos” para volver a armar.
Armar, amar… un nuevo modo de vida. Nuevas formas de pensarnos y proyectarnos. Armamos a través del lenguaje. Una lengua que se transforma en palabras, y unas palabras que se transmutan en acciones.
La palabra es la herramienta por excelencia que las personas tenemos para comunicarnos con los demás. Es un tesoro que puede hallarse de diversas formas: escrita, hablada, dibujada, cantada, bailada, actuada, mirada, reflejada, o simplemente muda. Las palabras son tan poderosas que, amasarlas, pensarlas, expresarlas, escribirlas… es una gran responsabilidad. ¡Con tan solo una palabra se han desatado grandes conflictos o iluminado inolvidables actos de amor!
-“Abuela, ¿vos sos vieja?”, me preguntó Santi mientras pintábamos una bandera para conmemorar el 20 de junio.
-“Si Santi, soy una mujer vieja”, conteste.
-“¿Y por qué te gusta estar conmigo, salir con tus amigas y estudiar?”, me interrogó mi nieto con cierta duda.
-“Que sea vieja no significa que no pueda hacer todo eso Santi”, le respondí con una sonrisa.
¡Cuánta cultura hay en mi nieto! Tanta que le resulta disonante una abuela canosa, arrugada, activa, apasionada, amorosa y fuerte, aunque a veces me duelan las rodillas y no llegue al piso para buscar esa cuchara que se deslizó de la mesa (¡je!)
El 15 de junio pasado fue una excusa reiterada para iniciar el camino de vernos viejos y viejas. Si no podemos encontrar en las personas mayores de hoy las que seremos en algunos años nos será imposible como sociedad abordar la tématica de la vejez con palabras que penetren para transformarnos.
Para realmente tomar conciencia sobre el abuso y maltrato en la vejez tenemos que poder conectar con el abuso y maltrato que nos habita y que se activa (contaminada de eufemismos) cada vez que ese viejo o vieja real me muestra lo que no quiero asumir, que quizá con algo de suerte pueda llegar a vivir 100 años.
Porota
Porota sos vos, soy yo, somos todas las personas envejecientes
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¡Gracias!
A todas las instituciones, medios de comunicación y personas que nos acompañaron y acompañan a promover la campaña SIN ESTEREOTIPOS HAY BUEN TRATO. Y gracias también por habernos compartido su agenda de actividades, fotos y relatos de cómo conmemoraron el 15 de junio. Desde el Club de la Porota estamos convencidos del fuerte trabajo en equipo que debemos impulsar y promover. Visibilizar la vejez es un objetivo colectivo y se logra entre todos. Ojalá cada vez seamos más quienes nos animemos a hablar sin miedos de esta desafiante etapa de la vida.
¡La agenda por el buen trato sigue vigente!
-Mañana sábado 22 de junio a las 18:00 en la Capilla del Buen Pastor (Av. Hipólito Yrigoyen 325) el Centro de Jubilados “Remembranzas de Alberdi” y la “Asociación de Personas Mayores” del barrio nos invitan a participar de un especial festejo. Se trata de un homenaje al Chango Rodríguez y Edgard Difulvio. Participarán especialmente el médico Carlos Presman (amigo querido) y Doña Jovita. ¿Nos vemos allá?