Mis setenta

Alargo la mano hacia el estante…y…ahí está, es un libro pequeño, alargado, semeja un álbum de esos que usábamos cuando íbamos a la escuela, ¿se acuerdan? Eran para que firmen nuestros compañeros y profesores de ese año que habíamos transcurrido con ellos.

El librito en cuestión tiene tapas de color naranja y luce en la tapa una foto de una niña pequeñita, de unos cuatro años con cara de buhito y cabello ensortijado vestida a la usanza de los años 50 paradita en la rambla de Mar del Plata (típica la foto), que tiene en la mano una planchita de juguete. Adivinen… ¡soy yo!

Es una foto encontrada por mis hijos en el arcón de los recuerdos. Ellos me armaron este libro para mi cumpleaños de 70.

Al abrirlo hay una dedicatoria de ellos que dice: “En este libro está un poquito de nuestra historia con vos, la que empezaste a escribir con nosotros hace muchos años, y que ahora continuás con tus nietos ¡queremos sumar mil páginas más!” Y vuelvo a hojearlo como lo hice el primer día, y veo a través de esas imágenes pasar momentos importantes de mi vida. Mis padres, mis hermanos, las vacaciones con mi marido en la casa de mis suegros en Miramar, mi casamiento, mi primer embarazo, los viajes con mis chicos pequeños. Entre tanto recuerdo familiar, se mezclan fotos de mi vida en Israel, fotos con mis amigas de la vida, con mis primas y muchas más. Una alegre mezcolanza de recuerdos en las que quizá falten algunos por ejemplo: las del día en que me recibí en la gloriosa Facultad de Filosofía y Letras, ¿dónde habrán quedado?  También están los casamientos de mis hijos, sus graduaciones, y así seguimos hasta llegar a lo más importante en este momento de mi vida: MIS NIETOS. 

Y aquí hago un punto aparte porque las fotos se suceden en torbellino y los voy viendo nacer y crecer velozmente y ver todos y cada uno de esos momentos me llena de felicidad. 

Y así llegamos al final de este libro que se cierra con una hermosa foto familiar de unas vacaciones donde estamos todos, bueno falta la más pequeña de la familia que estaba en la panza de mi nuera.

Bueno y ahora a escribir mil páginas más ¡Gracias por leerme y permitirme compartir!

Beatriz Krasnob, 72 años, CABA.

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