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7ma. columna para Hoy Día Córdoba: “Trabajar en la vejez”

Fue intenso el debate que mantuvimos en el taller de computación sobre los diferentes modos de pensar el trabajo en la vejez. Se respira la intención de extender la edad jubilatoria y en consecuencia la vida laboral de las personas. El tema da para mucho y no soy una experta para opinar desde un punto de vista técnico. Lo que sí puedo asegurar es que todos nos enojamos mucho con el discurso que se opone a la medida y que presenta como principal argumento la idea de que hay que darle lugar a los más jóvenes. Es un grave error pensar la vida y sus desafíos en oposición: soy rica porque hay pobres. Soy buena porque hay mal@s. Soy generosa porque hay egoístas. Soy activ@ porque hay “pasiv@s”. Definirme en función de lo que no soy, o de lo que soy respecto de lo que el otr@ no es me parece un ejercicio absolutamente violento. La realidad diaria es tan diversa que homogeneizarla sería un acto irónico.

El envejecimiento es un proceso por el que atravesamos todas las personas que vivimos. Si no envejecemos significa que hemos muerto. Todos envejecemos, l@s niñ@s, l@s adolescentes, l@s jóvenes, l@s adult@s, y l@s adult@s mayores. Enfrentar a los distintos grupos etarios por problemas que dividen, que son injustos, violentos y antinaturales es una gran trampa que reproduce el modelo tan competitivo en el cual vivimos. ¿L@s viej@s somos l@s culpables del desempleo en la juventud? ¿Que una persona se jubile significa que dejó de ser productiva para el sistema? ¿Qué es ser una persona productiva? ¿Una persona de más de 60 años puede verdaderamente sacarle el trabajo a una más joven? ¿Qué rol cumplimos las personas de edad en una sociedad compuesta por múltiples generaciones? Ante tantas preguntas, consulté el libro que vive en mi mesa de luz, “La vejez positiva”, del Dr. Alfonso Cruz Jentoft. Él expresa claramente el desafío que las sociedades tienen que asumir frente al inevitable envejecimiento poblacional. No debemos, no podremos y no deberíamos desear escapar a la inminente integración social de las personas de edad. “Ha llegado el momento de considerar a los mayores como miembros activos de una sociedad que acepta positivamente el privilegio del envejecimiento y la contribución activa de estas personas. (…) En esta nueva sociedad se fomentará no sólo el acceso al trabajo, sino la capacidad de sus miembros de cuidar de otros miembros. También la capacidad de mantener el aprendizaje durante toda su vida. Se debe ir de a poco forjando una imagen positiva del envejecimiento, con un reconocimiento explícito de la valiosa función de las personas mayores”, expresa Cruz Jentoft.

Quitarnos valor a nosotr@s mismos por el sencillo y natural acto de envejecer es un hábito que deberemos revisar, no sólo los viej@s de hoy sino quienes aspiran a serlo. Todos deberemos comprender que desvalorizar la vejez es olvidar el trayecto vital, la experiencia adquirida y todo el potencial y la riqueza que habita en cada un@. No hay avance tecnológico, desarrollo y/o evolución que pueda reemplazar nuestro instinto más humano y natural: el de vincularnos con los demás amorosamente. ¿Trabajar en la vejez? ¿Por qué no? Trabajar para sumar, no para derribar o destituir. Todos tenemos siempre, algo valioso para aportar.

“Los enemigos de la madurez son los prejuicios que tenemos cada uno de nosotros sobre el paso del tiempo. En lugar de vivirlos como un tesoro, creemos que son una pérdida. Sin embargo, ¿qué es lo que perdemos? ¿Un cuerpo esbelto? ¿Es eso? Si nos detenemos a pensar seriamente, constataremos que es una nimiedad. Porque no perdemos necesariamente salud, ni seducción, ni inteligencia, ni esperanzas, ni vitalidad, ni proyectos, ni fuerza, ni generosidad. Todo lo contrario. Habitualmente aumentamos los niveles de altruismo a medida que pasan los años. Expandimos el conocimiento interior, adquirimos más herramientas para el intercambio humano. Sabemos amar más y mejor. En realidad es el momento en que estamos encontrándonos genuinamente. Sólo se trata de aceptar con felicidad que merecemos haber alcanzado la madurez, gracias a todo lo vivido” (Laura Gutman)

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