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Amada Honduras

Stellita es una querida amiga que me regaló la pandemia. Nunca nos hemos visto personalmente, pero, hablamos por teléfono y chateamos por whatsapp como si nos conociéramos de toda la vida. Para Stellita, el aislamiento en su departamento de la Ciudad de Carlos Paz fue una oportunidad para conectar consigo misma. Dueña de un temple privilegiado regala parte de su valioso tiempo para acompañar y conocer a otras personas mayores.

“Tengo mi cuaderno y mi birome siempre lista; tomo nota de todo lo que vamos charlando”, me cuenta. Stellita ha cumplido un rol imprescindible en los últimos años: acompañar a personas solas. Sus herramientas son un celular, acceso a una red de wifi y la sabiduría para escuchar sin juzgar y gestar confianza a la distancia.

Desde el Club de la Porota recibimos permanentemente pedidos de personas que necesitan ser acompañadas – con un simple llamado por teléfono o por un mensaje por whatsapp o messenger – por alguien como Stellita quien siempre está dispuesta a regalar lo más preciado: tiempo de escucha.

¿Te gustaría sumarte y ser parte de una red voluntaria de personas que acompañan a otras personas? Escribinos al + 351 153062752, dejanos tu nombre, ciudad y el asunto “deseo ser voluntaria/o para acompañar” y nos pondremos en contacto con vos.

A continuación, les regalamos una breve historia de Stellita y su paso por Honduras, un país que de algún modo moldeó la mujer que es hoy.

¡Gracias!

Porota.

AMADA HONDURAS

Un cambio de rumbo en mí vida me llevó a visitar Honduras. Esa visita se convirtió en una estadía de cinco años. Se convirtió también en un voluntariado. Aquella vez no fue telefónico sino presencial. Viví en una aldea de 600 habitantes. No podía irme. Era un extraño paraíso. Una mezcla de pobreza y riqueza

Vi las más enormes y preciosas mariposas, pájaros inigualables, orquídeas silvestres que jamás pensé que podrían existir. También largos negros escorpiones y ofidios que me llevaron al desconocido mundo del terror. El intercambio humano fue maravilloso. Aprendí más de ellos de lo que yo pude brindarles. Les enseñe a conocer un cepillo de dientes, el papel higiénico, el uso de semillas, palabritas en inglés, usar un lápiz… Sin embargo ellos me convirtieron en otra persona. ¡Fue tanto lo que me dieron que cada vez que recuerdo esos momentos me estalla el corazón! Mi experiencia ha sido extraordinaria… ¡tanto! que empecé a escribir un libro que tal vez algún día podré terminar con la ayuda de algún editor. Mi amada Honduras.

Stellita Ollenik (Carlos Paz – 71)

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