Identidad de género y diversidad sexual en las personas mayores
Porota: ¿Cuáles crees que son las mayores dificultades que tenemos hoy socialmente para incorporar estas temáticas (género y diversidad sexual) para adaptar las diversidades y para también adaptar el propio proceso de envejecimiento en el marco de esas diversidades?
Claudio Barbero: El primer desafío es tener en consideración que hemos sido inscriptas e inscriptos en esta sociedad a través de ciertos procesos en la familia, en la educación, en el ámbito de las amistades, en la sociedad. Y en ese proceso de socialización, esa inscripción nos ha transmitido contenidos, miradas, valoraciones respecto de lo que somos como personas: personas que desarrollamos una identidad de género, que tenemos ciertos deseos y atracciones sexuales, y que en la socialización hegemónica se aprenden ciertas orientaciones y ciertas vivencias y que otras no son las adecuadas, no están permitidas, son equivocadas. Esos aprendizajes que grabamos a fuego en la socialización son nuestro primer desafío como personas. De trabajarlos y de mirarlos, porque allí reside la primera dificultad, el primer obstáculo para la aceptación de toda la diversidad, de vivencias y expresiones que tiene la sexualidad y el género como tal. Entonces pienso que allí reside la mayor resistencia, que es cuando no nos damos cuenta de que estamos mirando, pensando y valorando estas vivencias desde un lugar que hemos aprendido, por lo tanto que es algo que se puede desaprender. Entonces no es que no sabemos nada de estos temas y que nos venimos a formar acá o en estos espacios, sino que lo que sabemos son contenidos opresivos, son contenidos que violentan otras expresiones de la sexualidad y del género. Y en segundo lugar pienso en una resistencia desde las organizaciones mismas y de espacios más institucionalizados que están en contra expresamente de estas políticas. Ya no es solamente darnos cuenta de que hemos sido socializadas y socializados en esos entornos tan hegemónicos, sino ya es tomar la decisión de enfrentar estas políticas. Lo cual tiene otros ribetes y otras connotaciones, pero sí que es cierto que hay movidas sociales de instituciones y de ideologías, que no acordando con esto, quieren frenar el impulso que vienen tomando en los últimos 40 años las políticas de género en nuestro país, de género y de sexualidades. Entonces allí sí claramente que el discurso para poder articular con esas resistencias, dialogar con esas resistencias, desarticularlas sería la palabra, el discurso y anclar un nuevo discurso en nuestras normas, en nuestras leyes que afortunadamente tenemos como país.
P: ¿En qué pequeños actos podemos interpelar esas narrativas que sugieren que las personas mayores son frágiles, susceptibles de ser tuteladas? ¿Qué consejos nos podrías dar para la práctica diaria, y cómo mirar y tratar a los “otros” que percibimos fuera de nuestra norma?
C.B: Convivimos cotidianamente con personas mayores, en la familia, en el trabajo, en los distintos espacios sociales. Las personas mayores están acá, forman parte de nuestra vida, de la vida de todos, entonces es necesario realizar una transformación profunda de nuestra cotidianeidad. En qué pienso concretamente: romper los prejuicios, no presuponer que no tienen afectividad, deseos; no hablo solo del deseo sexual sino del deseo hacia otras personas para compartir desde el afecto. No presuponer que no tienen necesidad de cobijo, de un abrazo. No vamos a poder desarmar nuestros prejuicios si no empezamos a mirar a esas personas mayores que forman parte de nuestro cotidiano con otros ojos, con otra mirada, en la cual les habilitemos otras posibilidades por fuera de lo establecido. Vivimos en una sociedad donde hay mucho tabú en lo relacionado al deseo y a la atracción, donde se invisibilizan estas cuestiones y se da un proceso de infantilización de las personas mayores, se las recluye, se las pone en el clóset, por el mero hecho de que están atravesando un ciclo vital, donde creemos que estas cuestiones no son de relevancia y que hay otros asuntos que sí son de relevancia en la agenda de la persona mayor. Necesitamos, como sociedad, tener una mirada que empodere a los “viejos y viejas”, que dejemos de representar sus deseos y que sean ellos quienes ejerzan su autorepresentación. Creo firmemente que no hay edad, no hay límites para la expresión, para el afecto, para el deseo y para ejercer una plena sexualidad. En síntesis: la clave para cambiar esta mirada está en el trato con las personas que comparten nuestra cotidianeidad. No imaginarlo como un escenario a futuro o de gente que está en otro lugar. Es ahora y es acá.
¿Quién es Claudio Barbero?
Claudio Barbero es profesor en Filosofía y Ciencias de la Educación, Licenciado en Trabajo Social por la Universidad Nacional de Córdoba, Especialista en Educación por el Colegio Profesional de Servicio Social de Córdoba, Diplomado en Análisis y Abordaje del Acoso Escolar: Bullying, por la Universidad Nacional de Villa María y Diplomado Superior en Derechos Humanos y Diversidad Sexual (FALGBT-CLACSO). Integra el foro permanente de Trabajo Social, Géneros y Diversidad Sexual de la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Servicio Social (FAAPSS).