Jorge D´Elía: “En la vida hay que desdramatizar”
Jorge D´Elía es un viejo artista argentino. Según la RAE artista “es la persona que cultiva alguna de las bellas artes”. Definitivamente él, con sus 80 recién estrenados, tiene un jardín plagado de los más diversos cultivos. Actor, escritor, director, autodidacta, deportista y casi arquitecto, vino a Córdoba en el marco de las actividades de la XII edición del festival “Pensar con Humor”, para presentar “Biografía a la carta”; un repaso por su vasta vida y próspero presente.
Apenas nos vimos me dijo: “Podés preguntarme lo que gustes, sin temor. Vengo a responder de lo que quieras. No hay temas tabú ni cosas que no pueda contar”. La advertencia descomprimió el diálogo que fluyó por más de 60 minutos y me permitió conocer a un hombre envejeciente absolutamente consciente de su vida, de sus pasos, de su trayecto, de sus decisiones. Una persona responsable y madura que mira en su pasado una oportunidad para reinventarse una y otra vez.
“Biografía a la carta” fue apenas una pequeña muestra del legado de este hombre, amante de la cocina, que tradujo los hitos más importantes de sus ocho décadas en idílicos menús de un restaurante gourmet: “Soy de los que comen poco pero disfruto cocinar. Mi hijo menor, Facundo (17), me pone puntuaciones. Cocino para él. Mi vida estuvo marcada por grandes dolores y la cocina es un modo de nutrirme y de nutrir a los que quiero. También me nutre la gente con buenas intenciones”, destacó.
Porota Vida: “Biografía a la carta” suena tentador. ¿Qué tipo de platos para degustar ofrece tu vida?
Jorge D´Elía: Jugué al fútbol con Charlton Heston, estuve con Ava Gardner, practiqué muchos años básquet, estudié arquitectura, tuve una infancia y juventud muy dolorosa y, entre otras cosas, terminé siendo actor. Me casé tres veces, tuve seis hijos varones; dos de ellos, Marcelo y Demián, murieron a los 27 y 37 años. Fui papá después de los 60. Todo esto hizo que saliera “Biografía a la carta”. No tengo nada que ocultar.
PV: Tu legado es extenso y tu trayecto de vida bien diverso, si tuvieses que resumir todo eso en una sola palabra, ¿cuál sería?
JD: “Desdramatizar”. Todo depende cómo contás las cosas. Lo mismo pasa cuando titulan una noticia, por ejemplo, ante el hecho de que corrieron dos caballos uno yanqui y otro ruso, el “The New York Times” dijo: “primero Estados Unidos, segundo Rusia”. En tanto el “Pravia” redactó: “segundo Rusia ante último Estados Unidos”. Tenemos que desdramatizar la vida.
PV: Como cuando te enteraste que tu papá no era tu papá…
JD: Así es. Cuando tenía 40 años tuve que buscar a mi mamá por todo el país para terminar con un trámite familiar. Ella se fue cuando yo tenía 6 años. Cuando la encontré y hasta que murió, jamás le pregunté por qué me había dejado. Una vez tomando mates me dijo que yo no soy hijo de D´Elía. Recuerdo que la miré y por dentro me dije “qué necesidad tenés de contármelo ahora”, pero al mismo tiempo estaba gritando de alegría porque todos los D´Elía habían muerto de diabetes, con amputaciones. Así que desdramaticé y celebré la noticia.
PV: Supongo que una herramienta vital para desdramatizar, es el humor.
JD: Todos los que me conocen valoran de una manera importante mi humor. Tengo un grupo de amigos con el que me divierto mucho. Entre otros, lo integran mi hijo Federico (que también es actor), Martín Seefeld, el cómico José Luis Gioia. Somos 13 en total. Nos juntamos cada dos meses. Pase lo que pase, hablemos lo que hablemos, le ponemos la cuota de humor necesaria para desdramatizar lo que a cada uno le va pasando.
PV: Estuviste casado tres veces y tuviste seis hijos, ¿cómo vivís el amor en este momento de tu vida?
JD: Así, haciendo lo que me gusta. Amando a mis hijos. Amando a las personas que se van cruzando en mi camino. En este momento estoy con vos Porota y te quiero a vos. Mi sexo actual es el amor puesto en la gente que me hace bien y en las cosas que me hacen bien como por ejemplo, mi amistad con Wagner Moura (protagonista de Narcos o Tropa de Elite). Hace poco fuimos a ver al Negro Lavié en “El violinista del tejado” y no paré de llorar cuando me saludó en público ese Negro impresionante. Tengo amigas como Eleonora Wexler, Ariadna Asturi, que son bellísimas y yo las miro y tengo la reacción primaria de desearlas pero jamás se me ocurriría… no lo haría. Ya está. Los tipos, en general, quieren ser jóvenes. Quieren demostrar su virilidad siempre. Y no es así. Yo tuve seis varones, tres mujeres. No necesito más de eso. Necesito poner toda esa energía en mi arte. En lo que yo hago. El hombre es hombre, aunque nunca haya estado en la cama con una mujer. Siempre recuerdo la frase del padre de Pepe Cibrián cuando éste le dijo que era homosexual: “tenés que ser hombre en la vida, en la cama hace lo que quieras”.
Jorge es simpático, respetuoso, ameno, divertido. Charlar con él fue como tomarse un café con un amigo al que no veía hace mucho tiempo. Casi al final del encuentro, y después de haber sobrevolado vivencias de las más disímiles, me dijo: “mirá Porota, yo creo que a mi edad lo mejor es poner en valor los años. Yo no vivo esperando la muerte, vivo hasta que me muera”.
Acuerdo, querido Jorge. Mientras estemos vivos, ¡vivamos! Con intensidad, humor y la madurez de sabernos finitos. Y por supuesto, ¡sin dramatizar! Gracias.