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Ocio, cuidado y vejez

Ya estoy de regreso tras unas merecidas vacaciones. ¡Qué importante que es pre establecer días de descanso! Decirlo, nombrarlo, anunciarlo. Sólo así logro habilitar la puerta del ocio. No ha sido algo muy frecuente en mi vida tener tiempo libre y descansar de las tareas habituales. Quizá porque pertenezco a una generación que asimiló el ocio a términos tan desprestigiados como: vagancia, holgazanería o pérdida de tiempo. Hoy, con mis recién estrenados 68 años, lamento no haber descansado un poco más. El descanso ocioso me regala la posibilidad de contemplar la vida con mayor serenidad, me posibilita hallar instancias de creatividad y conexión conmigo misma, mis deseos, anhelos, pasiones y por supuesto… compartir (sin apuros, horarios y relojes) momentos con quienes más amo.

 

¡También apagué el celular y me sumergí en el mundo real 100 por ciento! No hubo mensajes, videos y fotos virtuales que me distrajeran.

Tras mi breve lapso de ocio me pregunté con cuál palabra me gustaría definir el año 2019. Cuál sería ese eje que delinearía las acciones del Club de la Porota. Nuevamente surgió EL CUIDADO como guía. EL CUIDADO en un sentido amplio, pero también tan estricto como el que plantea Leonardo Boff: el cuidado como modo de ser esencial. Lo que se opone al desinterés y a la indiferencia es el cuidado. Cuidar es más que un acto, es una actitud. Para Boff el ser humano “es un ser de cuidado; más aún, su esencia se encuentra en el cuidado. Poner cuidado en todo lo que proyecta y hace: he aquí la característica singular del ser humano”.

Durante mis vacaciones, me sucedió algo raro que me desconcertó, luego me dolió, pero también me ayudó a reforzar la idea de que el CUIDADO es la palabra más adecuada para acompañar este nuevo camino.

En la fila para el cine, durante la espera de una heladería y en un bar playero, tuve que levantar -reiteradas veces-mi mano, moverla de un lado a otro con vehemencia e, incluso, hasta pedir en voz alta ser atendida para que me vieran. Las personas detrás del mostrador (todas menores de 35 años) no reparaban en mi figura. Jamás me había sucedido algo semejante. Por primera vez fui invisible sin haberlo elegido.

Me sentí violentada y despreciada. No puntualmente con aquellas personas del mostrador, sino con esta cultura que promueve la invisibilidad de la vejez al punto de haber logrado que generaciones más jóvenes no puedan mirar en el rostro de una mujer vieja, el propio, el que algún día tendrán si la vida les regala la hermosa posibilidad de envejecer.

Por eso hemos de recuperar EL CUIDADO en mayúsculas.

Como dice Boff, no busquemos el camino del cuidado fuera del ser humano. Necesitamos volver sobre nosotros mismos y descubrir nuestra esencia que se encuentra en el cuidado. Para cuidar, hay que tener momentos de ocio, de contemplación, de conexión. Para cuidar hay que poder apagar un rato el celular. Hay que poder generar instancias de encuentro real, de escucha quinésica. Para cuidar primero tenemos que poder mirarnos a los ojos sin importar las condiciones etarias y físicas de quientenemos enfrente y hacerlo visible, dar cuenta de que existe.

Nos espera un año colmado de desafíos que seguiremos asumiendo con el compromiso de sembrar palabras, aportes y acciones que contribuyan a gestar un mundo más cuidadoso. Desde aquí, potenciando y visibilizando a la vejez. Y ¿desde allá?… ¿ya tuviste tu momento de ocio para pensarlo?

Porota Vida

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15 Febrero 2019

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