Las viejas voces del 8M
Hoy no es un día más en la agenda de El Club de la Porota. Como cada año renovamos nuestro compromiso de pensarnos como lo que somos, personas que envejecemos con una historia. Los relatos nos configuran, las conquistas nos definen, los caminos nos trazan nuevas oportunidades, nuevos desafíos, nuevas formas de vivir. Tomamos lo que nos hace bien, desechamos lo que nos escinde de nuestra condición de personas que amamos y nos dejamos amar. Por todo esto y más, junto con el equipo que conforma este club, dialogamos con tres mujeres mayores, referentes, luchadoras. Deseábamos hallar reflexiones sobre lo que significa para ellas el #8M, cómo lo vive una mujer mayor y cuáles son los desafíos y oportunidades que aún tenemos. Lo que salió fue maravilloso: tres testimonios, tres vidas, tres trayectorias de grandes mujeres.
Durante muchísimos años las mujeres no fuimos dueñas de nuestras representaciones, siempre alguien habló por nosotras. Por suerte, de a poco, avanzamos juntas, de la mano, desde la silenciosa y potente construcción de la cotidianeidad. Fuimos fieles a nuestra certeza: las voces tienen que ser de las protagonistas, sin interpretaciones de terceros, sin mediaciones.
Gracias por estar atento, atenta, por leernos cada semana y apoyar con respeto nuestro trabajo.
Con amor,
Porota.
“Todas las conquistas han sido con lucha”
Las mujeres a lo largo del tiempo en las cuestiones de género, tenemos muchas desigualdades. Y yo creo que se profundizan en la vejez desde las cuestiones económicas, sociales y políticas. El desafío más grande es lograr que lo que hemos conquistado no se nos vaya como agua entre los dedos. Las mujeres mayores estamos muy involucradas en los movimientos feministas, y lo que intentamos transmitir a las mujeres más jóvenes, a las niñas y a las adolescentes, es el conocimiento y la experiencia de este largo camino que hemos recorrido a través de la lucha, a través de los movimientos de mujeres, de los encuentros nacionales de mujeres, donde compartimos con muchísimas otras, con 50, con 100 mil mujeres, todas nuestras experiencias, nuestras historias, nuestros andares. En esos encuentros todas las mujeres tratamos de ser una sola. Nos hermanamos, nos reencontramos. Hoy, cuando algunas pintan canas y otras acudimos a la tintura, nos planteamos que no se pierda toda esa experiencia que vivimos. El 8 de marzo, para mí, es un día muy importante. Es un día para que reconozcan nuestro trabajo como mujeres trabajadoras y además que nos reconozcan hoy todas esas conquistas que a lo largo de los años hemos tenido.
¿Quién soy? Soy Susy Carranza. Tengo 77 años. Soy enfermera jubilada. Comunicadora popular, “miembra” del Movimiento de Mujeres y de Huellas de Brujas. Corresponsal de Radio Sur, tamborera de Fuerza Mayor. Y quiero decir: ¡las mujeres merecemos vivir una vida sin violencia!
“Todavía hay mucho por hacer”
Tengo 73 años, hijos muy grandes ya. Nietos y nietas. Soy una mujer típica, mujer de clase media, nací en una familia donde la universidad estuvo muy presente, con todas las posibilidades de desarrollarme y estudiar una carrera. En mi trayectoria fui descubriendo y fui desarmando, desaprendiendo y aprendiendo y entendiendo este sometimiento, sumisión a los mandatos de la sociedad y de nuestra cultura respecto del rol de la mujer. Me llevó mucho tiempo sacarme de encima los prejuicios, los mandatos, y creo sinceramente y con toda humildad, que algunos todavía perduran a pesar del tiempo transcurrido. También tuve la gran fortuna de conocer un grupo de gente de una organización en la que trabajé toda mi vida y sigo trabajando, una organización no gubernamental con trabajo destinado a estar junto a los sectores más vulnerados y constatar ahí, de manera exacerbada, esta cuestión del patriarcado, machismo, sometimiento de las mujeres, sumisión absoluta, etcétera. Y eso a lo largo de los años fue abriendo en mí otros cielos, otros mundos, otras posibilidades y lentamente fui descubriendo y descubriéndome metida en esta cultura, donde es enorme la desigualdad entre varones y mujeres. Es mucho lo que se ha avanzado, pero es mucho lo que falta. Es en esta organización que se llama SEHAS (Servicio Habitacional de Acción Social) donde tuve la posibilidad de empezar a vivenciar y apuntalar con formaciones, con reflexiones grupales y demás sobre la situación de la mujer, la perspectiva de género e ir profundizando cada vez más las vivencias y la realidad de las mujeres. Tal vez es más difícil en ámbitos donde hay afecto, donde el calor de la familia es importante, es grande, donde el respeto y el cuidado fueron parte importante, parte esencial de la familia en donde yo tuve la suerte de crecer con padres muy amorosos, hermanas, primos, parientes, donde circulaba amor y respeto y creo que ahí es más difícil. Ir descubriendo o desnaturalizando estas desigualdades, estas diferencias y lentamente a lo largo de mi vida y muy ayudada por el ámbito donde desarrollé mi trabajo con gente donde el patriarcado, las características paternalistas y machistas eran y fueron profundamente analizadas y fuimos rompiendo y desatando nudo por nudo. Hay mucho más por hacer, se han dado enormes pasos. El movimiento feminista ha colaborado enormemente, visibilizando situaciones de la mujer desde sometimientos, violencias, excesos de cuidado y demás, y sobre esas bases seguir trabajando, porque creo que es indispensable hacerlo para poder llegar a una sociedad más armoniosa, donde los respetos hacia las diferencias sean realmente algo que caracterice a nuestra cultura.
¿Quién soy?
Soy Graciela Maiztegui Martínez. Tengo 73 años. Soy Licenciada en Trabajo Social. Trabajo en SEHAS, Servicio Habitacional y Acción Social desde hace 42 años. Fui su presidenta y directora durante varios años. Actualmente formo parte de su Comisión Directiva. Fui docente en la UNC. Actualmente presido la Fundación Tengo Derechos Córdoba. Participo también en la Revolución de las Viejas Córdoba. Tengo un hijo, tres hijas, 3 nietas y 6 nietos.
https://larevoluciondelasviejas.com.ar/
“Romper con los moldes”
Tengo una amiga muy querida que hace unos años atrás me contó que había encontrado en una cajita, los moldes con los que su mamá confeccionaba la ropa. Y me pareció una figura simbólica muy importante: los moldes guardados en una cajita, los moldes que fueron de nuestras madres. Yo creo que hoy por hoy las mujeres hemos ido rompiendo estos moldes, creando nuevos modelos, nuevas construcciones. Tomando como modelo el molde de la ropa, pienso que cuando nosotras nacimos nos pusieron una camperita rosa que estaba tejida, donde cada punto era un mandato, una norma, una obediencia, un silencio, valores restrictivos y que hoy, personalmente, tuve que empezar a destejer con conciencia, y sin ella, esta camperita rosa porque no me servía, me obligaba, me oprimía, no me hacía sentir cómoda. Y así fui destejiendo mandatos, normas, prejuicios, obediencias y empecé a tejer una nueva trama de mi vida, de mi historia personal eligiendo los colores, eligiendo el punto, eligiendo el diseño. Y esto me llevó a reconsiderar y a reformular mi ideal de vida, que lo puedo sostener viviendo desde este presente que hoy tengo que asumir. Lo cual nos implica a las mujeres mayores, a las viejas redefinir cuál es nuestro rol dentro de la sociedad porque socialmente se nos asocia a la abuelitud y hoy eso no está vigente porque hoy se puede ser abuela desde edad muy temprana y también ver estos roles y estos estereotipos que impone la sociedad que las viejas estamos por la propaganda de pañales descartables o de protectores para la dentadura. Entonces yo creo que tenemos que seguir trabajando promoviendo un nuevo paradigma de nuestra vejez. Si pudiera dejar un mensaje es que aceptemos con gozo estar en esta etapa de la vida disfrutando de nuestros logros, llevando las pérdidas, pero llevándolas con dignidad y con sabiduría. Y vivir esta etapa con las energías que tengamos, porque también a veces decaen con la edad, pero vivir esta etapa gozando cada minuto, construyendo igualdades, construyendo sororidades, abrazándonos, cuidándonos, acompañándonos.
¿Quién soy?
Soy Ruth Ahrensburg. Tengo 73 años. Fundadora de CONVOZ, asociación por una vida sin violencia. Integrante de Fuerza Mayor, Círculo de Tambores.