Resignificación de la vejez
El envejecimiento poblacional también es una cuestión de naturaleza política que requiere la atención y acción de todos los miembros de la sociedad. Si bien es cierto que el bienestar económico es un pilar fundamental para garantizar una calidad de vida saludable en esta etapa de la vida, no se puede subestimar la importancia significativa de implementar campañas de concientización social sobre la discriminación por edad, medidas que lamentablemente no están siendo consideradas como prioridad en las agendas políticas actuales.
Si hablamos de los ingresos de los adultos mayores, la precariedad de éstos ha dejado de ser un tema actual en los medios de comunicación, para convertirse en una preocupación persistente que afecta a muchas personas. A pesar de las diversas manifestaciones voluntariosas y convenientes, lamentos y compasiones expresados en torno a esta situación, resulta insuficiente, ya que en los ámbitos donde se toman decisiones, son pocos los que abordan el tema con la debida conciencia y seriedad, y muchos menos los que toman acciones efectivas para transformar esta realidad. Esto ha resultado en una subyugación continua de un segmento de la sociedad, sometido a condiciones sociales y económicas precarias, inestables y desfavorables.
Lo más preocupante es que, mediante esta priorización ideal de los problemas dentro de una coyuntura económica provocada por decisiones de los administradores circunstanciales, se ha conseguido resignificar lo que simboliza llegar a viejo, a tal punto de considerar a los adultos mayores como un costo social que, de vez en cuando, y dependiendo de las trapisondas que se hayan cometido, debe ser optimizado, y no justamente para mejorar la calidad de vida de los afectados, y por supuesto, olvidando por completo la eficiencia en las políticas públicas.
La evidente falta de atención a la eficiencia en el cuidado de los adultos mayores refleja un desequilibrio significativo en las prioridades y valores sociales de aquellos referentes y líderes responsables de la gestión de los recursos que, de forma ineludible, fueron aportados por estas mismas personas a lo largo de extensos períodos de sus vidas. Tal negligencia resulta un ultraje indignante, que desdibuja la justicia y el respeto que merecen quienes han contribuido incansablemente a la construcción de nuestra sociedad.
Es importante subrayar que el propósito de este texto no es formular críticas hacia ninguna idea política en particular, sino más bien invitar a que generemos una reflexión que nos inste a todos, independientemente del estrato social de donde provengamos, las convicciones políticas que militemos o cualquier escala de valores que defendamos, a empatizar, comprender y entender un acontecimiento universal en la vida todos los seres humanos: el proceso de envejecimiento y la vejez.
Es ineludible reconocer que nos enfrentamos a una realidad que requiere un enfoque holístico y multidimensional, integrando aspectos humanos, sociales y económicos con el propósito de asegurar una vejez digna y justa para todos.
Tomar conciencia y comunicar estos aspectos que estamos experimentando, con el propósito de ejercer una influencia positiva que fomente acciones en pro de la transformación de la realidad de los adultos mayores, es una responsabilidad compartida, que recae tanto en mí, como en vos y en todos nosotros como sociedad.