La vejez y el susurro de la poesía
Me gusta pensar, soñar, sentir en la piel, en las invisibles hebras de un cuerpo que se confunde con la nada, que El Club de la Porota es una poesía. ¿Qué es la poesía?, ¿son las palabras, las lenguas, quienes las esbozan?, ¿son esos instantes en donde nos fundimos en mundo de los sin tiempos?, ¿por qué no pierden su vigencia?, ¿deberían perderla?
Me emociona sentir que hay personas que se van animando a comprender que este espacio no solo narra, explica, reflexiona, cuenta. También es arte. Y al arte no hace falta entenderlo. El arte se lee con los ojos cerrados. Se siente. El Gringo Ramia es un artista de la palabra; con la propia y con la ajena. El Gringo teje, reúne tejedores, nos entrama. Y en ese juego único, en su propio arte, emerge esta Porota de hoy. Un día después de conmemorarse el 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía.
Apostamos a tejer una trama, hilvanando hilos que nos permitan construir una red de personas que nos contenga. Es por eso que siempre buscamos abrir nuevas puertas, explorar caminos, aires y paisajes. Con este espíritu convocamos a tres inmensos poetas cordobeses para que nos conviden de las poesías que a ellos y ellas los conmueve. Pablo Carrizo, Camila García Reyna y Gastón Malgieri nos abren sus universos y extienden una invitación a escuchar otras voces, otros cantos para este gran susurro poético que es envejecer.
Porota.
Sobre el poema “El cuerpo”, de Ema Barrandéguy
Propongo este poema de Emma Barrandéguy, porque es una mirada tierna y aguda sobre la experiencia corporal de personas que atraviesan la vejez. Porque abre interrogantes sobre la sexualidad, la sensualidad y el candor del amor como una imposibilidad siempre posible.
Emma Barrandéguy (1914-2006) fue una enorme poeta argentina, que se movió por bordes y viaductos de la escritura con una mirada punzante y a la vez delicada. Una voz diversa que busca su tránsito y sus estaciones en los pliegues de su condición de mujer.
Pablo Carrizo
Sobre el poema de Joséphine Bacon
Comparto la poesía de Joséphine Bacon (1947) por diferentes y fascinantes motivos. Uno de ellos es que Joséphine es una poeta que comienza a escribir a los 60 años porque una persona amiga la sueña escribiendo y se lo comunica. Otro, es que su poesía, vital, es un diálogo con los cuatro puntos cardinales de su paisaje natal, su identidad nómada que ha tenido que confinarse en una reserva natural por los “avances” de la “civilización”. En sus poemas la tundra de los Innu, las auroras boreales, las estrellas y el canto de los antepasados, la compañía del caribú, el salmón, el lobo, el cuervo, el águila, el bosque, la nieve, encarnan con Papakassik, el amo de los animales terrestres, una experiencia de resistencia contra la colonización y la explotación de los recursos naturales en su territorio. Durante años, ha trabajado con ancianos para conservar las lenguas maternas y las tradiciones ancestrales, y con jóvenes artistas indígenas para fomentar la creación artística.
Hay más motivos, pero prefiero que los descubran ustedes.
Camila García Reyna
Sobre el poema “Más vieja”, de Sharon Olds
A Sharon Olds (1942) la elijo, en primer lugar, porque es una de mis poetas favoritas. Y en segundo lugar porque hay algo en su poesía que tiene que ver con dos temas que a mí me parecen centrales, incluso cuando escribo, que son la cotidianidad (entendida como ese micromundo donde hay algo fascinante y terrorífico a la vez) y el cuerpo. En este poema en particular hay una reivindicación de lo corporal, en términos del pliegue, de los “avejentado”, en contra de ese trono social de lo joven, lo terso. Es una autora que tiene la maestría de convertir lo cotidiano en un universo que, aunque personal, permite a las y los lectores espejarse.
Gastón Malgieri