Un café especial, con aroma a muerte

Por Carolina Mazzetti Latini

Dos palabras que en apariencia resuenan distantes o presumen cierta incompatibilidad, son muerte y comunicación. Intentar conectarlas podría parecer contradictorio, sin embargo, estas nociones no se repelen. Muy por el contrario, se entrelazan, se susurran, se aportan en sentido mutuo. De ahí que, las conversaciones sobre la muerte asuman diversas formas y espacios, como así también, involucren a diferentes interlocutores. De hecho, existe una iniciativa denominada Death café (en inglés) o café de la muerte cuyo objetivo radica en el diálogo acerca de la muerte. Se trata de un modelo de reunión sin guion establecido, que apela a tramar un hilván de opiniones sin imposiciones ni conclusiones definitivas. Es decir, el café es la excusa, la comunicación sobre la muerte es lo sustancial. No es un grupo terapéutico, sino un espacio amable para compartir con libertad y respeto experiencias, anécdotas, poesías, etc. Todo recurso narrativo que promueva la reflexión es válido.

El origen de la iniciativa se remonta a los cafés mortels iniciados en 2004 por el sociólogo suizo Bernard Crettaz. Luego en 2011, la idea fue retomada y popularizada por el inglés Jon Underwood. De modo que hoy, los Death café se replican en distintos países y son promovidos por organizaciones sociales, ciudadanos y grupos comprometidos en las temáticas acerca del final de vida. A propósito, la Asociación Civil El Faro, con sede en Buenos Aires y de la mano de su fundadora la Lic. Viviana Bilezker, fue la primera en adherir a esta franquicia social en nuestro país en 2014. En la actualidad el Faro facilita cafés de la muerte tanto presenciales como virtuales y sostiene la propuesta mensualmente.

¿Por qué hablar de la muerte?

De acuerdo a la propia biografía la respuesta posiblemente arroje un surtido de necesidades y motivaciones en torno a la apertura o clausura de este tipo de diálogos. No obstante, lo sepamos o no, todas las personas tenemos una relación con la muerte. Más o menos consciente, más o menos trabajada, o más o menos evitada. El asunto es que sabernos mortales, no siempre es un dato suficiente para encarar un proceso de preparación porque abundan los condicionamientos sociales. Estamos atravesados por creencias e imperativos que nos impiden vivir con consciencia de finitud. Un claro ejemplo es la llegada de un bebé. En esas instancias la familia se organiza, planifica y toma decisiones en torno a ese inminente nacimiento, pero para la muerte ¿nos preparamos con similar sentido de responsabilidad? ¿alojamos esa disposición en nuestro horizonte de posibilidades?

Al hacernos eco de las palabras de Viviana Bilezker la buena noticia es que “es importante prepararse para la muerte e incluirla en la vida, es necesario y, por sobre todo, es posible”. Por ello, los especialistas afirman acerca de la necesidad de promover un cambio cultural que integre la muerte a la vida. De alguna manera, si la muerte formara parte de nuestra cotidianeidad, estaríamos en mejores condiciones de aceptación porque la anticipación es un efecto protector ante las distintas pérdidas de la vida. En síntesis, no es una obligación hablar de la muerte. Más bien es una invitación de (auto) exploración de la propia condición humana.

El convite está hecho. El Faro brindará un death café virtual (por Zoom) el próximo sábado 24 de septiembre a las 17 hs. Inscripciones al correo: comunidad@elfaroasociacion.org.ar

Para conocer las actividades de servicio
y formación de El Faro ingresar a:
Web: www.elfaroasociacion.org.ar
Facebook: ElFaroAsociacionCivil
Instagram: @el.faro.asociacion

*Carolina Mazzetti Latini. Doctora y Licenciada en Comunicación Social. Becaria posdoctoral del Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnologías (IECET, CONICET/FCC-UNC). Docente universitaria y colaboradora de la Asociación Civil El Faro.

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