Mayo de trabajo y vejeces

El trabajo es una actividad fundamental en la vida del ser humano, eso está más que claro para cualquiera, pero no solo por su función económica, sino también por su valor social y psicológico. La realización de una actividad laboral contribuye al desarrollo personal y al bienestar social, ya que nos otorga una función y una posición, lo que nos permite tener una participación activa en la sociedad, además del rol productivo, sentirnos útiles, contribuir.

El aumento del promedio de esperanza de vida de la población, como consecuencia de una mejora constante en los avances científicos, ha llevado a un replanteamiento del papel del trabajo en la vejez.

El trabajo en la vejez tiene un papel importante, especialmente en las personas adultas como yo. Quienes ya superamos la quinta década (o la sexta o séptima) nos proporciona ingresos económicos, nos mantiene activos y nos da un sentido de utilidad y propósito. Además, y para calmar las críticas de algunas miradas, también contribuye a la sostenibilidad del sistema de seguridad social y a la reducción de la brecha de desigualdad. Sin embargo, esto no significa que debamos estar obligados a trabajar, sino más bien a tener la oportunidad de elegir y de disfrutar de un trabajo adecuado a nuestras habilidades, experiencia y preferencias, que nos permita mantener nuestra calidad de vida y autonomía.

Además, los «viejos», a menudo tenemos habilidades y talentos que hemos perfeccionado con el tiempo. Podemos tener una habilidad especial para escribir y contar historias increíbles, para crear cosas con nuestras manos, o para resolver problemas complejos. Estas habilidades son el resultado de años de práctica y experiencia, lo que es honrado y valorado por la sociedad, pero no por el mercado laboral.

Sería deseable que existiera la promoción de políticas y prácticas que fomenten la inclusión laboral de las personas mayores y erradiquen la discriminación por edad en el mercado laboral; señal importante de progreso y equidad en nuestra sociedad. Si nos animamos a tomar medidas concretas en este sentido, la brecha generacional se reducirá, ya que los y las trabajadoras mayores nos sentiremos valorados y aprovechados al máximo. Además, al abordar el problema de la discriminación por edad, no solo se mejorará la calidad de vida de las personas mayores, sino que también se fomentará un clima laboral más justo y productivo para todos. En definitiva, la inclusión laboral de las personas mayores es un objetivo realizable y deseable, que puede beneficiar tanto a las empresas y organizaciones como a la sociedad en su conjunto.

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