Edad: ¿de qué modo miramos la VEJEZ?
Comparto una historia personal que me invitó a reflexionar sobre los paradigmas de vejez que construimos en la sociedad.
Comparto una historia personal que me invitó a reflexionar sobre los paradigmas de vejez que construimos en la sociedad.
¿Cómo se reconfigura el contrato cultural? ¿Cuántas preguntas pueden dispararse con un simple comentario de un niño? Porota reflexiona sobre todas esas estructuras que encasillan y atan a las personas: un color, un autito y una muñeca, el deporte, las princesas y los lugares comunes.
Porota se reencuentra con sus arrugas, con las huellas de la vida, con su cuerpo. Y ese reencuentro la lleva a su pasado, a su juventud, a todo lo que perdió por encasillar y encasillarse en los estereotipos de belleza. Hoy, madura y segura, se libera de las ataduras del ayer.
“Si no envejecemos quiere decir que hemos muerto. Adjetivar los términos “juventud” o “vejez” en lugar de tratarlos como lo que son, sustantivos, ha contribuido a idealizarlos y estigmatizarlos. Ni una cosa ni otra. Cada etapa tiene lo suyo. Ni mejor ni peor, diferente.” Porota nos ayuda a todos (jóvenes o adultos) a entender(nos) en el inevitable paso del tiempo.
¿Por qué se suele culpar a los viejos y viejas de tantos males de la sociedad? Este sistema dispara dardos a diestra y siniestra y no valora los conocimientos adquiridos en el recorrido de la vida. Porota reflexiona sobre el trabajo y la vejez.
Porota sigue caminando la vida, (re)encontrándose con aquella que fue, con la quiso ser. Una canción dispara un universo de sentidos. Para la guerra, nada. Para la paz, todo.
Una vez más, el séptimo arte remueve las sensaciones profundas de Porota, todo aquello que quiso ser y hacer, todo lo que tuvo que poner en pausa. Nunca es tarde para activar los sueños dormidos.
Un partido de fútbol puede ser una excusa increíble para reencontrarnos con el pasado, con lo que fuimos y con lo que todavía podemos ser: animarnos a andar “piantaos, piantaos”, caminar más livianos y felices por las veredas rotas de los días.
Una película, un café, una queja, un estereotipo, la incomodidad, la imposibilidad de ver a quien se tiene en frente, un puñado de palabras que da esperanza y la posibilidad siempre de latente de poder cambiar, hasta el último de nuestros días.